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Planta Lengua de buey (Anchusa azurea)DenominacionesAnchusa azurea, Buglossa, Idimi, Lengoa de bo, Lengua de buey, Lengua de vaca, Lenguaza, Txakurrmin DescripciónLa lengua de buey es una planta herbácea perteneciente a la familia de las boragináceas. Posee una roseta de hojas estrechamente lanceoladas, muy prolongadas y atenuadas inferiormente, y una raíz profunda. Las flores nacen en ramilletes unilaterales y enroscados en su extremo; el cáliz está dividido en cinco gajos bastante profundos; las flores se sostienen por un cabillo largo y el fruto se compone de cuatro granitos de color grisáceo, más largos que anchos. Se cría entre las mieses así como en los viñedos, olivares, etc., de todo o casi todo el país, tanto en tierras bajas como en montañas. FloraciónLa lengua de buey florece de mayo a julio. De su recolección con fines medicinales interesan principalmente las hojas y la flor; esta flor se diferencia, además de por tener el cáliz dividido en cinco gajos profundos, por poseer una corola tubulosa de 10 a 12 mm. de largo, dividida también en cinco lóbulos extendidos horizontalmente de un color azul muy intenso. Tanto las flores como las hojas, una vez recolectadas, se ponen a secar a la sombra o en secadero a temperaturas no demasiado elevadas. Posteriormente se guardan en frascos herméticos. Aplicaciones
No se dispone de datos acerca de la composición química de esta planta. Se considera que debe ser bastante parecida a la de otra especie del mismo género, la Anchusa officinalis, en la cual se han encontrado diversos alcaloides y glucoalcaloides, así como colina y pequeñas cantidades de alantoina. La propiedad farmacológica más sobresaliente de esta planta se refiere a su actividad antiinflamatoria. Esta actividad, junto con la práctica ausencia de efectos secundarios, hacen de esta planta un magnífico tratamiento alternativo a otros antiinflamatorios que presentan infinidad de efectos adversos. Además posee acción emoliente, diurética y antiateromatósica. Como antiinflamatorio resulta especialmente útil en el tratamiento de procesos reumáticos agudos o crónicos de distinta etiología. En cambio, en casos de traumatismos, parece ser que su acción antiinflamatoria la desarrolla de manera más lenta, por lo cual está menos recomendada; si bien es cierto que al carecer prácticamente de efectos secundarios se puede aumentar la dosis en la cantidad que se estime oportuna. Administración
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